lunes, 1 de diciembre de 2014

CALIDAD DE LA EDUCACION


La calidad de la educación es una de las expresiones más utilizadas en el ámbito educativo, sobre todo cuando se desea justificar cualquier proceso de evaluación o de cambio. El concepto de calidad tiene múltiples definiciones y significados, pero la  mayoría de los investigadores están de acuerdo en que es un concepto multidimensional que alude a una noción operativa. El concepto de calidad tiene diferentes enfoques, según sea el marco teórico desde el que se analiza, pero calidad en educación frecuentemente implica una búsqueda de constante mejoramiento, competencia técnica, excelencia en la acción y se relaciona con el cumplimiento de los propósitos educativos (Carabaña & Torreblanca, en Alvarez Tostado, 1991, citado por Romay, 1994).

Para la UNESCO (1992), se considera la calidad como resultado de la educación básica y debe entenderse claramente como su capacidad de proporcionar a los alumnos el dominio de los códigos culturales básicos, las capacidades para la participación democrática y ciudadana, el desarrollo de la capacidad para resolver problemas y seguir aprendiendo y el desarrollo de valores y actitudes en una sociedad que desea una vida de calidad para todos sus habitantes.

Por otra parte Lilia Toranzos afirma que el significado atribuido a la expresión “calidad de la educación” incluye varias dimensiones o enfoques, complementarios entre sí: en un primer sentido la calidad es entendida como “eficacia”: una educación de calidad es aquella que logra que los alumnos realmente aprendan lo que se supone deben aprender; una segunda dimensión es la de “relevancia”; una educación de calidad es aquella cuyos contenidos responden adecuadamente a lo que el individuo necesita para desarrollarse como persona –intelectual, afectiva, moral y físicamente- y para desempeñarse en los diversos ámbitos de la sociedad –el político, el económico, el social- y por último la calidad de los “procesos” y medios ; una educación de calidad es aquella que ofrece a niños y adolescentes un adecuado contexto físico para el aprendizaje, un cuerpo decente convenientemente preparado para la tarea de enseñar, buenos materiales de estudio y de trabajo, estrategias didácticas adecuadas, etc.

El problema de definir la calidad de la educación conlleva también el problema de cómo evaluarla. Siendo este tema uno de los más discutidos en el ámbito educativo contemporáneo, dada la necesidad creciente de controlar los procesos con el fin de lograr sistemas eficientes y eficaces. La literatura al respecto podría agruparse desde cuatro perspectivas básicas:
-Por el prestigio de las instituciones
-Por el énfasis en la calidad de los recursos existentes (físicos y humanos)
-Por los resultados
-Por el impacto producido.

Romay (1994) propone que los criterios para evaluar la calidad de la educación, debería incluir las siguientes características:
-Ser atractiva (que por sus propias características, la gente la busque)
-Ser benéfica (útil para los individuos y la comunidad a quien sirve)
-Ser congruente (consistente entre lo que se dice y lo que se hace)
-Ser original (que sea única y distintiva)
-Ser efectiva (hacer bien lo que lleva a cabo)
-Ser funcional (proporcionar a los estudiantes las habilidades básicas para desarrollarse en la sociedad actual)
-Estimular el crecimiento humano (estimular el desarrollo y aprendizaje en todos los aspectos).

De igual modo La dificultad de definir la calidad educativa seguramente deriva de hechos como los siguientes:

1.    La educación es una realidad compleja en sí misma, ya que afecta a la totalidad del ser humano, entidad ciertamente compleja y multidimensional. Por ello, si resulta difícil precisar el resultado que se debe obtener de la educación, no debe extrañarnos que resulte complicado establecer métodos y criterios para determinar el nivel de calidad.
2.    Existen notables diferencias entre las ideas o conceptos de lo que debe ser la educación. El resultado son las discrepancias sobre las metas o fines a lograr y sobre los procesos a llevar a cabo para lograrlo. Por ello, no disponemos de una teoría suficientemente consolidada para explicar la eficacia en el ámbito educativo.
3.    Los procesos mentales de aprendizaje no son evidentes, y sólo podemos inferirlos a través de los resultados que produce. En consecuencia, no podemos medir la actividad del intelecto de los alumnos, sino las manifestaciones externas de la actividad mental o intelectual.
4.    El educador es un ser libre y el motivo último de su comportamiento es siempre su propia decisión, más allá de los modelos en los que se haya formado. Ello hace que la elección sobre el tipo de enseñanza o modelo educativo sea una elección personal, que no siempre se corresponde con la trayectoria o el ideario de la institución educativa

En la actualidad, encontramos diversos enfoques sobre el concepto de calidad educativa. El primero de ellos se refiere a la eficacia. Un programa educativo será considerado de calidad si logra sus metas y objetivos previstos. Llevado esto al aula, podríamos decir que se alcanza la calidad si el alumno aprende lo que se supone debe aprender.
Un segundo punto de vista se refiere a considerar la calidad en términos de relevancia. En este sentido los programas educativos de calidad serán aquellos que incluyan contenidos valiosos y útiles: que respondan a los requerimientos necesarios para formar integralmente al alumno, para preparar excelentes profesionales, acordes con las necesidades sociales, o bien que provean de herramientas valiosas para el trabajo o la integración del individuo a la sociedad.
Una tercera perspectiva del concepto de calidad se refiere a los recursos y a los procesos. Un programa de calidad será aquel que cuente con los recursos necesarios y además que los emplee eficientemente. Así, una buena planta física, laboratorios, programas de capacitación docente, un buen sistema académico o administrativo, apropiadas técnicas de enseñanza y suficiente equipo, serán necesarios para el logro de la calidad.
La experiencia nos dice quela calidad no puede reducirse sólo a una de estas tres dimensiones, sino al concurso de las tres. Por consiguiente, la calidad depende de más factores.
Esto significa, por ejemplo, que la responsabilidad por la calidad educativa no recae sólo en los directivos de una institución educativa, sino en todos sus participantes, y, por su función en el proceso educativo, principalmente en el profesor.



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